¿Quién no disfruta de una taza de café con sus hermanos recordando las anécdotas de la infancia? Ese tiempo subidos en un árbol, siguiendo a los animales en el patio de la casa de la abuela, las largas e interminables jornadas de juego en la calle, las travesuras y las complicidades.
Son tantos los recuerdos de la infancia que probablemente una taza de café o una copa de vino no sean suficientes.
Recordar es volver a vivir

Recientemente una amiga me contaba cómo al reencontrarse con sus hermanos no paraban de reír. Venían a sus mentes una tras otra anécdota y como esos momentos los transportaba a su infancia. Todos ellos en ese reencuentro tenían más de 60 años y han vivido casi toda su vida adulta en países distintos, por lo que el volverse a ver y recordar la infancia y juventud se vuelve un mundo mágico de recuerdos agradables llenos de energía.




Hace 14 años nació mi hijo mayor. Decidí iniciar un diario de vida para él. Es un simple cuaderno de 80 páginas de un costo mínimo, pero de un valor sentimental incalculable. Lo mismo he hecho para mis otros 2 hijos. Cada vez que ellos tienen momentos importantes en su vida, les escribo una carta contando todos los detalles de ese día o bien le he pedido a personas importantes en sus vidas que les escriban una carta en el cuaderno: tenemos carta de los abuelos, tíos, primos, sacerdotes de la iglesia, padrinos etc. En las cartas les pongo detalles importantes de sus vidas, momentos especiales que han vivido, sonrisas, tristezas, hay de todo un poco. También describo los sentimientos que experimentamos en ese momento y las reflexiones que hicimos. Cuando los niños leen estos cuadernos se emocionan mucho, les encanta leer las cartas y hacen muchas preguntas. Me imagino que cuando estén grandes y lean todo lo ahí plasmado será un momento muy especial para ellos.
¿Qué podemos hacer para conservar
los recuerdos?
Tratemos de vivirlos al máximo. En ocasiones perdemos momentos de compartir con nuestros seres amados por estar en otras cosas que no le dan tanto valor a nuestra vida de familia.
De una a tres fotos pueden ser suficientes. He notado que hay personas que dejan de vivir el momento por tomar muchas fotos. Al final tienen buenas fotos, pero malos recuerdos.
Hagan un diario para cada uno. Escriban con el corazón.
Retomemos los álbumes. No han pasado de moda, tenemos tanta foto digital y nuestros hijos no pueden verlas. Un álbum con las mejores fotos y una rica taza de chocolate caliente es un gran comienzo para una tarde de tertulia.
La infancia de nuestros hijos es importante.
Se están formando y construyendo su personalidad.
De una buena infancia depende un adulto pleno, exitoso y feliz.




Patricia de Lacayo
Esposa y Madre de 3 hijos varones
Asesora Familiar
Mamá Homeschooler