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Primer año en Homeschool

¿Será que podremos?

Recuerdos los días en que me levantaba, AGOTADA FISICA Y MENTALMENTE, sin ánimos y sin tener idea que hacer con el Homeschool. Al expresar mis sentimientos a mi esposo solo me decía: “Regresemos a la escuela normal”, incluso llamó a la anterior escuela para negociar reintegrarnos. Eso me estresaba más. He amado este proyecto de educar los niños en casa desde el primer segundo que lo conocí. He creído fielmente que fue una respuesta del cielo, que nos ha permitido conectar con nuestros hijos, apoyarlos y llevarlos a un nivel diferente.

"El esfuerzo continuo, incansable y persistente ganarán" (James Whitcomb Riley)

1.- Las críticas y resistencia de la familia y los amigos.

Éramos unos bichos raros tomando ese tipo de decisión. Muchísimas personas emitieron todo tipo de comentarios. Algunas dichas por personas cercanas a nosotros me molestaron y en varias ocasiones lloré por la impotencia de no tener argumentos para defender la decisión que habíamos tomado como familia.

2.– Entrar en un sistema con muy poca información para ser consultada. 

Solo encontrar una escuela de Homeschool católica me llevó 2 meses en la web, increíblemente no salía nada, por más que escribía en los buscadores todas las palabras que se me ocurrían, no salía nada. Creo fue una prueba de fe. Desde el primer momento sé que el Homeschool fue una respuesta del cielo. Yo no quería que mis hijos estuvieran en el sistema tradicional y le pedí a Dios con todas las fuerzas de mi corazón que me permitiera educarlos yo misma, para ese momento, no tenía ni idea que existía el Homeschool. Según yo iba a inventar el agua caliente jajajajajajajajaja. Tenía mucha fe, sabía que Dios no me dejaría sola y me mostraría el camino. No me equivoque eso fue justo lo que sucedió. 

3.- No saber inglés y el material no tenía ni una palabra en español. Horror..!!

Fueron 3 largos meses, traduciendo y leyendo toda la información que la escuela nos había mandado. No tenía ni idea por donde comenzar. Cada día me angustiaba más, los niños sin comenzar y las personas criticando más. No quería ver a nadie. 

4.- Los niños tenían cierta resistencia al nuevo sistema.

Cada día los escuchaba comentar recuerdos de su escuela, amigos, maestros y vivencias. Mi corazón se hacía chiquito. ¿Será que habíamos tomado la mejor decisión?, mi esposo presionaba más y me cuestionaba. ¿Seremos capaces de educar en este sistema?

5.- El nivel de conocimiento de mis hijos en ese momento. 

Mi hijo que debía estar en 5to. lo matriculamos en 4to. no sabía sumar, restar y menos multiplicar o dividir. Leer era toda una odisea. (Se imaginan y todo en inglés. Tenía dificultad para leer en español y el inglés para que les cuento, Ni yo podía, como iba a enseñarle. jajajajajajaja). Mi hijo de 2do grado no podía leer nada, nada en español.

6.- Llevábamos 1 año + 8 meses y nosotros aún sin terminar el año escolar. 

Según el material debíamos tardarnos 36 semanas y nosotros llevábamos 80 semanas. La presión era grande. Cerrar ese año fue realmente toda una aventura.

1.- Repeler las críticas de los demás.

Era nuestra decisión y tuvimos que marcar límites, si permitíamos que los demás opinaran, las cosas se podían salir de control. Mi esposo y yo dialogábamos sobre lo que debíamos hacer e íbamos probando formas de subirnos todos a ese barco.

2.- Orar

Realmente solo Dios nos puede dar las fuerzas. Decía San Agustín.

 

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!

y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba;

y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste.

Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.

Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que,

si no estuviesen en ti, no existirían. 

Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;

brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;

exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;

gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;

me tocaste, y deseo con ansia la paz que procede de ti.

 

Agustín de Hipona

Las Confesiones

 

Estas oraciones me sostenían, solo de Dios viene la fuerza y la esperanza.

 

Oremos sin cesar por nuestros hijos, siguiendo el ejemplo de Santa Mónica.

3.- Confiar más en la capacidad de nuestros hijos.

Ellos son capaces de comerse el mundo. Muchas veces los limitamos con creencias muy tradicionalistas o porque estamos constantemente comparándolos con los niños del sistema tradicional.

 

Cada uno juega su propio partido. 

4.- Darnos cuenta de que el mundo es la escuela.

Es increíble cuanto aprenden siendo ellos mismos, jugando, descubriendo, construyendo. Permitamos que ellos usen toda su imaginación y creatividad.

 

Dejemos que colaboren en casa y tomen la responsabilidad de las actividades y de sus decisiones. 

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